Frases para el recuerdo

"No es que el pueblo nunca se equivoque, sino que es el único que tiene el derecho de equivocarse." J.B y Ordoñez.

Politica

En el primer aniversario del fallecimiento de Jose Batlle y Ordoñez, recordamos sus principales propuestas políticas que permitieron un beneficioso cambio para el país y que lo llevaron a progresar espiritual y materialmente.

Cuando se dio su asunción como presidente de la República en el año 1903, Batlle y Ordoñez ya contaba con larga experiencia política y periodística, además de una formación filosófica que lo afiliaba al racionalismo espiritualista, mediante el cual se vio sumamente abocado al desarrollo integral del hombre y a la constitución de una sociedad justa y solidaria.

De este modo, desde un principio pretendió garantizar la libertad y la justicia social, que solo podrían lograrse en el marco de la democracia política, la cual impulsó basándose en el sufragio universal, ya que gracias a éste no sería nunca necesaria una revolución ya que el voto se transformaba en un medio mucho más efectivo y por supuesto, pacífico. A su vez, esa democratización debería de darse tanto en el partido político como en el Estado.

En el primero a raíz de la creación de una escalera de instituciones, como el club seccional que se integraría por ciudadanos comunes y de apoco iría ampliándose hasta llegar a la Convención Nacional, la cual elegiría a los candidatos para desempeñarse en los cargos públicos. Así, el pueblo pasaría a tener participación directa en la política de nuestro país.

Por otro lado, la democratización política en el Estado se llevaría a cabo a través de la aplicación del sistema colegiado al Poder Ejecutivo, por el cual se sustituiría al presidente por la división del poder entre nueve hombres que conformarían una Junta de Gobierno. Ésta desempeñaría sus funciones durante nueve años, ya que Batlle argumentaba que en cuatro años cualquier presidente era incapaz de desarrollar sus ideales porque bastaba con que el nuevo gobernante tuviera otros pensamientos para frenar o dar marcha atrás al anterior progreso. De este modo, se daría un paso muy importante, ya que se otorgaban garantías contra posibles dictaduras y también se aseguraba la estabilidad de las reformas.

Todo parecía viable pero sin embargo, la propuesta del colegiado represento un punto de enfrentamiento no solo con el partido nacional sino también contra los nacionalistas y los propios riveristas, quienes asumieron una postura anticolegialista, pero más bien lo que representaban era una ideología conservadora y por ende, dicha postura servía como excusa para el cuestionamiento al reformismo entero.

Finalmente, las elecciones del año 1916 resultaron decisivas y los anticolegialistas triunfaron, por lo que el nuevo presidente, Feliciano Viera, interpretó dicho resultado como una protesta contra el reformismo y en consecuencia, decidió anunciar un alto en las reformas y en las políticas de modernización, lo cual parecía ilógico teniendo en cuenta las grandes virtudes y beneficencias que las medidas adoptadas por Batlle y Ordoñez le habían significado al Uruguay.

A pesar de esto, en las elecciones del año siguiente para diputados y senadores, el triunfo fue para la lista batllista que consagraba su mayoría en el Parlamento y por ende, se daba una dualidad de poderes entre el Parlamente y la Convención Constituyente. Ante esto, Batlle y Ordoñez insinuó que presentaría nuevamente su candidatura presidencial en caso de que no se pusieran de acuerdo ambos sectores políticos. Así fue que los blancos decidieron conversar con el ex presidente, y fue allí que surgió una negociación entre los partidarios del ejecutivo colegiado y los del ejecutivo presidencial. La misma se formalizó en una nueva Constitución que comenzó a aplicarse en 1919.

Varias innovaciones se produjeron en la misma, entre las cuales se encontraban como más destacadas las propuestas por Batlle y Ordoñez, entre ellas: la separación de la Iglesia y el Estado, el sufragio universal masculino y secreto a mayores de 18 años, la potestad de la ley para otorgar el voto a la mujer. Además, el poder ejecutivo pasaba a ser compartido entre el Presidente de la República y el Consejo Nacional de Administración que se integraba con nueve miembros, de los cuales dos tercios correspondían al partido ganador y un tercio al partido que hubiera obtenido el segundo lugar en número de votos. Además de un gran progreso permitido por el voto secreto, la inscripción en el Registro Cívico y fundamentalmente con la coparticipación de los dos grandes partidos también definitivamente se daba un notable avance en el proceso de democratización de la vida política impulsado por Batlle y Ordoñez.

Así se cerraba una década en la cual Batlle y Ordoñez, a nivel político, preponderó sobre todas las cosas la democracia para que ésta condujera a la libertad del pueblo y al cumplimiento de los derechos de la ciudadanía.

En la siguiente década, partiendo desde 1920 hasta la fecha de su muerte, el mayor representante del partido Colorado continúo por su rumbo, tratando de perfeccionar la democracia y los compromisos asumidos anteriormente que permitieron que nos encontráramos con una sociedad acostumbrada al sufragio y portadora de la idea de que las diferencias políticas debían solucionarse mediante las urnas y no en batallas, al tanto que se comenzaron a respetar los resultados de las elecciones y hoy en día debemos estar orgullosos y por siempre agradecidos a Batlle y Ordoñez por el sistema político que apoyó y el cual nos fue inculcando inteligentemente, para que hoy en día seamos un país seguro, libre de posibles dictaduras o crueles batallas. Somos la magnífica excepción en Sudamérica.

Publicado por: Rodrigo Zacheo para “Actualidad Uruguaya”. Fecha: 20/10/1930.